En rigor, nadie inventa un chiste. El chiste es un feliz azar, un destello en el sistema de asociaciones libres del inconsciente. Se vale de la ambigüedad del lenguaje, pero en últimas, como todo lo que sucede en este mundo, es un misterio.

El trabajo del artesano consiste en dotar de cierta forma consistente ese destello. Es ese el mérito del chistador, no la materia prima del chiste.

Este aparte, este hermano, quizá medio, del blogcutorio se compone de los chistes que al autor le suceden; de aquellos que pesca en el flujo de sus asociaciones. Cuando los cuenta, suele recibir respuestas del tipo "no jodás", o un gesto de negación que pareciera denotar la sutil impaciencia que se tiene a veces con este tipo de cosas, pero la mayoría de las veces se logra sacar, sino la risa, cheque jugoso para el chistista, al menos una sonrisa, o mínimo la sorpresa que genera una combinación novedosa.

Decía un filósofo sesudo que el mecanismo del chiste consiste en un proceso de "desconcierto e iluminación". El chiste desconcierta, saca de la cuadrícula más o menos rígida del pensamiento y del habla. Quién quita, que poniendo suficiente atención y entrega consigamos lo que el buda sonriendo bajo el árbol bodhi.

Qué cosa tan trascendental pa´unos chistes tan pendejos. Ahí se los dejo.